Suiza también quiere aplicar el Protocolo de Kyoto y bajar sus emisiones contaminantes al 2012. Una forma de hacerlo es invirtiendo en proyectos que reduzcan el efecto invernadero en países en desarrollo, en particular de empresas helvéticas en Chile que participan en el denominado mercado del carbono.

La Confederación Helvética es hoy en día uno de los líderes en tecnologías del medio ambiente: su expulsión de gases de anhídrido carbónico está dentro de la media de los demás países de la Unión Europea y es uno de los más eficientes del mundo en términos energéticos. Razones de sobra para adherir, en 1997, al Protocolo de Kioto sobre el cambio climático. Ese acuerdo compromete a las naciones industrializadas a reducir sus emisiones en un promedio de 5,2% respecto de los niveles de 1990.
Para cumplir esa meta hasta 2012, uno de los tres mecanismos existentes es el
Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), que permite a compañías de países desarrollados invertir en proyectos de reducción de emisiones en naciones en desarrollo. Si el proyecto cumple con todos los requisitos exigidos, podrá recibir un
Certificado de Reducción de Emisiones (CERs), más conocido como
'créditos' o
'bonos de carbono'. A través de estos bonos, las empresas pueden contabilizar como propias esas reducciones —como si las hubiesen efectuado en sus países de origen— o incluso comerciarlas en los mercados de emisiones.
Dado que el cambio climático es un fenómeno que afecta a todo el planeta, se entiende que los proyectos destinados a disminuir emisiones contaminantes, independientemente del lugar en que se materialicen, van a beneficiar al mundo entero.
“De esta forma, los países desarrollados que no tienen la posibilidad de implementar en sus territorios ciertas medidas descontaminantes, pueden comprar los bonos que se generen en países en vías de crecimiento como el nuestro”, explica Paola Conca, Gerente de Medio Ambiente de ProChile, organismo de promoción de las exportaciones chilenas y responsable de promocionar proyectos nacionales para reducir los gases efecto invernadero. Con este sistema, agrega Conca,
“ellos pueden ir cumpliendo con las cuotas de reducción comprometidas, ya que de lo contrario se arriesgan a pagar importantes multas”.
Paola Conca sostiene que Chile ofrece ventajas comparativas respecto de sus competidores regionales,
“pues posee un ambiente de negocios interesante y atractivo para el sector privado, políticas públicas claras, instituciones sólidas, el nivel de riesgo-país más bajo de la región y una gran apertura económica y un sector privado confiable”. Otro logro que destaca Conca es la participación chilena, por 4º año consecutivo, en la
Feria Internacional CarbonExpo de Alemania, durante la cual la
Fundación Suiza del Céntimo Climático compró bonos de carbono a la empresa chilena
Ignisterra, por su proyecto de
biomasa Rusffin. La iniciativa tiene un alto impacto por su contribución al desarrollo sustentable, mejorando las condiciones ambientales y sociales de la comunidad de Aysén, en el extremo Sur del país. El proyecto pasó además por manos de
Greenpeace, quienes lo alabaron y lo clasificaron como "destacable" para ser adquirido.
El mecanismo ha generado todo un sistema de intercambio comercial del que Suiza y Chile ya están participando. Jaime Eidelstein, director de
EcoTrust, empresa suizo-chilena dedicada a la transacción internacional de bonos de carbono señala que
“si bien en Chile, éste es un mercado incipiente, los proyectos realizados hasta ahora son de una envergadura profundamente interesante, teniendo en consideración los montos transados”.

Un proyecto de Nestlé Chile en 2003 se considera emblemático en la historia nacional de este mercado. Para emitir bonos, la filial local de la multinacional suiza ejecutó un proyecto de energía en la planta productora de Graneros, donde se pasó del uso de carbón al gas natural, logrando una reducción equivalente a 20.000 toneladas anuales de carbono.
Con inversión propia, la firma inició conversaciones directamente con la
Organización de Naciones Unidas (ONU) para evaluar si la transformación en el uso de energía les permitía acogerse al protocolo. Buscaron un cliente potencial, que encontraron en Japón y comenzaron con el reemplazo de carbón por gas natural. Gracias al éxito del proyecto, hoy exploran otras áreas que les permitan aprovechar estos beneficios.
Según datos del Programa Medioambiental de las Naciones Unidas, en este momento Chile es el 5º mayor oferente a nivel mundial en bonos de carbono, después de India, China, Corea del Sur y Brasil. A nivel regional, ocupa el 3º lugar en número de proyectos, con un 7% de la oferta. A la fecha en el país se han transado 30 proyectos, los cuales podrían representar cifras cercanas a los US$ 210 millones.