Hasta hace poco todavía ardían unos cuantos millones de hectáreas en Bolivia en grandes regiones del país. Muchos de estos incendios se extendieron a Brasil y Paraguay. Pero en el Oeste de Estados Unidos la temporada de fuego y destrucción está llegando a su punto álgido y ya se perdió más de 20 veces esa superficie. Aparentemente la tierra todavía tiene un aspecto saludable, pero muchos de los bosques de Oeste están enfermos. Los árboles están perdiendo la resina y la corteza que los protege del fuego.Vivir al Oeste del meridiano 100 implica vivir con los incendios, vivir con lo que tienen de repentino, con sus vientos intimidantes y el horrible sonido de las llamas en movimiento. Decenas de focos activos están destruyendo más de un millón de hectáreas. California está en llamas, con nuevos incendios cobrando vida con cada tormenta seca que se produce en la noche. Montana, Idaho, Colorado y otras partes de las Montañas Rocosas también están ardiendo. Un mal de temporada agravado por la asediante sequía.
El cambio climático y el aumento de la población en el campo, están convergiendo en un lugar en el que el fuego siempre estuvo presente. Si se mira un mapa, se observa que las zonas de Estados Unidos donde más rápidamente está creciendo la población son aquéllas más vulnerables y propensas a albergar vida silvestre, como los cañones o los refugios de montaña del Oeste. Aunque los incendios no son extraños en esa área, el calor en la región ha ido en aumento en los últimos 30 años. Phoenix, la ciudad que más crece en EE.UU., registró en un año 32 días de temperaturas superiores a los 43 grados centígrados, lo que supone un récord y los modelos climáticos sugieren que las olas de calores letales y los incendios catastróficos serán parte de la normalidad.
El servicio forestal ha perdido a muchos hombres en su lucha para salvar del fuego las casas de verano de la gente. Es por eso que decidieron no hacerlo más y llegaron a desarrollar un manual de lucha contra el fuego en el que se dice que lo más importante es salvar vidas. Las casas son la última prioridad.





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