
El oso polar Knut, un montoncito de pelo blanco y ojos inocentes, nació el 5 de diciembre de 2006 en el zoológico de Berlín. Quiso la naturaleza que su madre, Tosca, no haya querido criarlo y así pasó a ser la mascota favorita de Thomas Dörflein, cuidador del zoo, quien se ha encargado de alimentarlo, biberón de por medio.
Pero no todo es color de rosa en la vida de Knut. Algunos protectores de animales cuestionan que se le permita vivir en condiciones demasiado cercanas al hombre. Knut es la primera cría de oso polar nacida en el zoo de Berlín desde hace más de veinte años, con lo cual se transformó en una verdadera atracción.
La historia de Knut ha tenido gran repercusión, en parte porque se trata de un osito tierno luchando por sobrevivir. Pero además plantea un dilema que —según argumentos de grupos ecologistas— tal vez se repita en el futuro: los osos polares están extinguiéndose debido al calentamiento del planeta. ¿Pero se debe por ello aceptar su humanización? ¿Qué consecuencias tendría este tipo de conducta para los animales, para los humanos, y para el equilibrio ecológico?
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